Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

En los últimos tiempos, y en gran parte debido al temor derivado del virus de la gripe aviar H5N1, los especialistas en salud pública están advirtiendo del riesgo de que se produzca una gran pandemia de gripe como otras que acabaron con la vida de millones de personas a lo largo del siglo XX. Muchas personas recuerdan todavía las pandemias de 1957 y 1968, pero la más grave fue la de 1918, cuando la mal llamada "gripe española" mató a millones de personas en todo el mundo. No obstante, ni siquiera se conoce una cifra aproximativa de la mortalidad que causó aquel virus, puesto que la mayor parte de la información histórica se basa en lo que contaron los testigos y no en análisis estadísticos.

Ahora, un equipo de la Facultad de Salud Pública de Harvard (Estados Unidos) y de la Universidad de Queensland (Australia) han hecho un nuevo análisis, que publica "The Lancet", con datos de 27 países de todo el mundo para calcular los patrones de mortalidad de la pandemia de 1918 y hacer una estimación de lo que pasaría hoy día en caso de producirse una epidemia similar.

Su estudio muestra que en la pandemia de 1918 la mortalidad fue desproporcionadamente elevada en las comunidades con una baja renta per cápita. De producirse una pandemia similar en la actualidad, los autores indican que el 96% de las muertes tendrían lugar en países en vías de desarrollo.

Este resultado contrasta con la creencia de que aquella epidemia se distribuyó de forma equitativa entre todo tipo de países, cuando según los nuevos resultados, sólo una un 3-4% de las muertes afectaron a personas de países desarrollados.

Las diferencias son muy grandes, pues se estima que en Dinamarca, por ejemplo, sólo el 0,2% de la población murió a causa de la gripe, en Estados Unidos fue el 0,3%, mientras que en Filipinas fue el 2,8% y en India central, la región más afectada, alcanzó al 7,8%.

Extrapolando esos datos a la actualidad, los autores estiman que si una cepa de gripe de la misma virulencia se propagara hoy por el mundo llegaría a matar a unos 62 millones de personas, pero sólo un 4% serían personas de países desarrollados, una estimación "conservadora", según los investigadores.