Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Los resultados del estudio ADOPT han demostrado que el tratamiento inicial con maleato de rosiglitazona (Avandia, GlaxoSmithKline) reduce el riesgo de fallo de la monoterapia en pacientes diabéticos tipo 2 en un 32% en comparación con metformina y en un 63% en comparación con gliburida a los cinco años. Los resultados de este estudio internacional, que incluyó a 4.360 pacientes diagnosticados recientemente de diabetes tipo 2, se acaban de publicar en la revista The New England Journal of Medicine y se han presentado en el 19 Congreso Mundial de la Federación Internacional de Diabetes.

De acuerdo con los resultados, rosiglitazona es más eficaz que metformina o gliburida en el retraso de la pérdida progresiva del control glucémico, medición realizada en este estudio a través de la concentración de glucosa plasmática en ayunas (GPA) y de la hemoglobina glucosilada (HbA1c). En este contexto, cabe recordar que los principales motivos de la pérdida del control glucémico son el aumento de la resistencia a la insulina y el deterioro de la función de las células beta. Así, el estudio ADOPT ha demostrado que rosiglitazona mejora significativamente la sensibilidad a la insulina y enlentece la pérdida de función de las células beta.

En palabras de los Dres. Steven Kahn, catedrático de medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en Seattle (EE UU), y Giancarlo Viberti, catedrático de diabetes y medicina metabólica de la King’s College London School of Medicine del Reino Unido, “el estudio ADOPT aporta datos que apoyan el tratamiento precoz con rosiglitazona en la diabetes tipo 2. Este es el primer estudio a largo plazo que demuestra que se puede retrasar la pérdida progresiva del control glucémico y que se pueden mantener los objetivos de concentración de la glucosa sanguínea durante un período más prolongado con rosiglitazona que con metformina y con gliburida, que son los antidiabéticos orales que se prescriben con más frecuencia”.

En el estudio ADOPT rosiglitazona se toleró bien en general en la extensa cohorte de pacientes diabéticos tipo 2 a los que se les siguió hasta seis años. No hubo diferencias significativas entre los grupos de rosiglitazona y metformina en cuanto a la interrupción del tratamiento, pero la tasa de interrupciones fue mayor en el grupo de gliburida (44% de los pacientes del grupo de gliburida, el 38% de los del grupo de metformina y el 37% de los del grupo de rosiglitazona). Esta diferencia se debió principalmente a un mayor número de abandonos por hipoglucemia en los pacientes del grupo de gliburida.

Asimismo, el tratamiento inicial con rosiglitazona retrasó la pérdida progresiva del control glucémico más que metformina y gliburida, con diferentes umbrales de glucosa sanguínea, una GPA >180 mg/dl (>10 mmol/l) y un nivel menor de glucosa sanguínea, GPA >140 mg/dl (>7,8 mmol/l), compatible con los abordajes terapéuticos actuales. El control a largo plazo de la glucosa sanguínea –HbA1c media < 7,0%– se mantuvo más tiempo con rosiglitazona, 60 meses, frente a 45 meses con metformina y 33 meses con gliburida. Por úlitmo, rosiglitazona se toleró bien en general en la extensa cohorte de pacientes diabéticos tipo 2 a los que se les siguió hasta seis años. No hubo diferencias significativas entre los grupos de rosiglitazona y metformina en cuanto a la interrupción del tratamiento, pero la tasa de interrupciones fue mayor en el grupo de gliburida (44% de los pacientes del grupo de gliburida, el 38% de los del grupo de metformina y el 37% de los del grupo de rosiglitazona). Esta diferencia se debió principalmente a un mayor número de abandonos por hipoglucemia en los pacientes del grupo de gliburida.