Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Los primeros gatos que no harán estornudar ni provocar picazón en los ojos empezarán a comercializarse a comienzos del próximo año en Estados Unidos.
El Santo Grial de la industria, como se ha llamado en artículos periodísticos a estos "felinos hipoalergénicos", nació hace dos años de la mano de Allerca, una compañía de San Diego, y desde entonces ha disfrutado de un éxito insólito.
El precio de los animales en cuestión es desorbitado (4 000 dólares) pero, al parecer, son una legión los alérgicos que quieren tener una mascota a toda costa.
Se trata de un mercado gigantesco, ya que el gato es la mascota preferida en Estados Unidos y, por otra parte, las alergias que producen estos animales son de las más recurrentes entre los humanos.
Se calcula que el 10% de la población estadounidense tiene síntomas de alergia que pueden afectar los ojos, nariz o la piel y que pueden desembocar, sobre todo en el caso de niños, en asma u otras enfermedades respiratorias.
Estas alergias las origina una proteína que segregan los animales a través de la piel y las glándulas salivales; el alérgeno es tan pequeño que se mantiene en el aire durante meses.
Los científicos de la empresa inicialmente buscaron un método para "desactivar" el gen que causa las alergias, pero en este proceso descubrieron que un reducido número de gatos que no provocan alergias tenía como característica común un gen mutante que producía una determinada proteína modificada.
De esta manera, en lugar de crear Franken-gatos, un proyecto que trae consigo peor prensa, Allerca estudió miles de estos animales para identificar a aquellos con el gen modificado para cruzarlos y producir así "mininos hipoalergénicos".
Entre ellos se encuentra AL721, conocido cariñosamente como Josh, un felino que evitaría a sus dueños las molestias que a menudo crea su especie, afirmó Bernardine Cruz, veterinaria de la compañía.
El proyecto nació de una idea que se le ocurrió al fundador de la empresa, Simon Brody, cuando se dio cuenta de la cantidad de amigos y familiares que tenían problemas respiratorios al tener contacto con el animal.
Además de hipoalergénicos, los gatos de Allerca desde luego tienen más vidas que los de la compañía Genetic Savings Clone.
Esta empresa de Sausalito, también en California, generó gran controversia hace dos años cuando entregó el primer "gatito" clonado a una mujer de Texas que pagó una pequeña fortuna, 50 000 dólares, por Little Nicky, creado a partir del ADN de su gato que había fallecido recientemente.
A pesar que redujo el precio por mascota de 50 000 a 32 000 dólares la compañía envió cartas a sus clientes el mes pasado informándoles que cerrará a finales de año porque no hay suficiente demanda.
"No es sorprendente que la demanda por mascotas clonadas sea básicamente inexistente, y estamos muy satisfechos de que el intento de Genetics Savings Clone de lanzar una tienda de animales clonados haya sido un espectacular fracaso", dijo Wayne Pacelle, director de la Humane Society de Estados Unidos.
Un fracaso que no ha alcanzado al ámbito acuático, donde GloFish continúa destacando.
Este pez genéticamente modificado continúa iluminando las pecera con una extraña luz rojiza en todos los estados menos en California, donde está prohibido.
Las autoridades californianas lo vetaron porque temen que a este pez le sigan otros animales que, según dijeron, "podrían ser genéticamente alterados sólo para nuestra diversión y enriquecimiento".
Y es que, salvo que las autoridades estadounidenses se pronuncien en contra, estos animales podrían ser el primer capítulo en una nueva "línea" de mascotas genéticamente modificadas al gusto del consumidor.