Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos
Los tratamientos repetidos de toxina botulínica tipo A (BoNTA) durante un año después de que se haya producido un ictus pueden mejorar la rigidez muscular y reducir el dolor en las extremidades, según un estudio de la Universidad de Wakeforest. Las conclusiones de la investigación se han hecho públicas durante la reunión anual de la Asociación Americana de Medicina Física y de Rehabilitación que se celebra en Filadelfia (Estados Unidos). Según Allison Brashear, investigadora principal del estudio, "el tratamiento dio lugar a una mejoría sostenida en la vida diaria de los pacientes de ictus y en la gente que cuida de ellos". En el estudio participaron 35 centros y 279 pacientes de ictus con espasticidad de la muñeca, de la mano o del codo. La espasticidad incapacitante, una rigidez muscular que inhibe el movimiento, la padecen entre un 17 y un 30 por ciento de los supervivientes de ictus y puede conducir a limitaciones funcionales, incomodidad y dolor. La espasticidad de las extremidades superiores puede interferir con la movilidad de los pacientes, su comodidad y su habilidad para vestirse, asearse o alimentarse por sí mismos, así como en la realización de otras actividades de la vida diaria. Durante el estudio de un año de duración, todos los participantes recibieron hasta cinco tratamientos con BoNTA. En el estudio, las inyecciones fueron administradas en la muñeca, pulgares, dedos y codos para bloquear impulsos nerviosos sobrerreactivados que desencadenan contracciones excesivas del músculo. Los investigadores descubrieron que en la sexta semana de estudio, el tono muscular de la muñeca, los dedos, el pulgar y el codo habían mejorado notablemente en relación con la línea base de la que partieron, resultados que se mantuvieron a lo largo de todo el tratamiento. La investigación también midió la incapacidad funcional en cuatro áreas: higiene, capacidad para vestirse, la postura de la extremidad y el dolor. Antes del primer tratamiento, los pacientes seleccionaron el área que consideraban más importante para ellos. En una escala de cuatro puntos que fue de "ninguna incapacidad" a "incapacidad severa", al menos el 50 por ciento de los pacientes logró una mejora de un punto o más en el área a la que se dirigían. "Si no se gestiona de forma eficaz, la espasticidad posterior al ictus puede dar lugar a complicaciones muy incapacitantes como las contracturas, una dolencia que deja los músculos y tendones permanentemente encogidos", concluye Brashear. |