Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

En un estudio que contradice la práctica establecida, la recuperación de pequeños ataques cardíacos fue tan efectiva cuando los médicos administraron medicinas al paciente y les dieron tiempo para entrar en acción como cuando utilizaron procedimientos rápidos para despejar las arterias obstruidas.

El inesperado resultado del estudio realizado en Holanda plantea dudas acerca de cómo tratar a los millones de pacientes que sufren cada año pequeños infartos, que son los ataques cardíacos más comunes. La mayoría de los estudios previos respaldaban los procedimientos más agresivos.

"Creo que ambas estrategias son más o menos equivalentes. Creo que es más bien un asunto relacionado con la preferencia del paciente, del médico, con la logística, y -a largo plazo- una cuestión de costos", dijo el principal investigador del estudio holandés, el doctor Robbert J. de Winter de la Universidad de Amsterdam. El método de aplicar medicamentos y esperar es usualmente más barato.

De acuerdo con las normas actuales para los tratamientos en Estados Unidos y Europa, los pacientes que hayan sufrido pequeños infartos son llevados rápidamente a un laboratorio de un hospital para determinar qué arterias coronarias están bloqueadas. Seguidamente, se le aplican operaciones de desvío coronario o angioplastias, que despejan el coágulo sanguíneo con un catéter provisto de un pequeño globo en la punta.

En el estudio holandés, se dio tiempo a ciertos medicamentos a hacer su efecto en la mitad de los pacientes tratados, antes de tomar ulteriores decisiones sobre su tratamiento.

Si bien no es extraordinario que estudios prestigiosos con pacientes y métodos diversos lleguen a conclusiones opuestas, esta cuestión es sin embargo particularmente importante porque influye en el tratamiento de tantos pacientes. Estos resultados más recientes fueron publicados el jueves en la revista New England Journal of Medicine.

El equipo holandés estudió 1 200 casos de ataques cardíacos en un año. Los exámenes indicaron que se trataba en todos los casos de infartos menores, que de todos modos pueden causar sufrimientos e incluso la muerte.

Un grupo de pacientes recibió medicinas anticoagulantes y pruebas angiográficas al cabo de cuarenta y ocho horas, para determinar si se necesitaban otros procedimientos. Al final, casi un 80% de los pacientes fueron sometidos a angioplastias o desvíos coronarios. El segundo grupo recibió las medicinas, pero fue sometido a operaciones hasta mucho después, y en todo caso sólo si persistían los síntomas. Después de un año, sólo un poco más de la mitad de ese grupo necesitó tratamientos más agresivos.