Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

De acuerdo con las evidencias publicadas en el número del mes de marzo del "British Journal of Ophthalmology", las disminuciones de la presión sanguínea sistémica se asocian con la presentación de una presión intraocular reducida. Evidencias que, en palabras de la Dra. Barbara E. Klein, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Wisconsin en Madison, EE UU, y directora del estudio, 01Csugieren que el tratamiento de la presión sanguínea debería tener un efecto sobre el riesgo de desarrollar glaucoma. No en vano, la presión intraocular es probablemente el factor de riesgo más importante para el desarrollo de glaucoma en la población general01D.



El equipo de investigación de la Dra. Klein midieron la presión sanguínea sistémica y la presión intraocular en 4.926 sujetos con edades comprendidas entre los 43 y los 86 años. Las mediciones fueron repetidas a los 5 años de seguimiento.



Los análisis cruzados mostraron que cada incremento de 10 mm Hg en la presión sanguínea sistémica se asoció con un incremento de 0,3 mm Hg de la intraocular. La asociación correspondiente con una subida de 10 mm Hg de la presión diastólica se estableció en 0,6 mm Hg.



Durante el intervalo de 5 años comprendido en el estudio, cada incremento de 10 mm Hg de la presión sanguínea sistémica se asoció con un incremento de 0,2 mm Hg de la intraocular 013en el caso de la presión diastólica, cada subida de 10 mm Hg supuso un incremento de 0,4 mm Hg de la intraocular013. Los ajustes llevados a cabo en función de la edad, el género, la diabetes o la presentación de hipertensión arterial en el momento basal no influyeron en los resultados.



Los autores concluyeron que 01Cnuestros resultados son compatibles con la posibilidad de que una presión sanguínea disminuida se encuentre asociada con una menor presión intraocular. Y la constatación de esta asociación puede, de cara al futuro, conllevar un posible beneficio con respecto a la reducción del riesgo de glaucoma de ángulo abierto01D.



British Journal of Ophthalmology 2005;89:284-287