Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

El progreso de la resonancia magnética ha hecho posible obtener imágenes del bebé en movimiento antes de nacer y explorar los órganos del niño así como descubrir eventuales trastornos del riego sanguíneo de la placenta. Así lo expuso Daniela Prayer, de la Universidad Médica de Viena, en el Congreso Europeo de Radiología que concluye en esta capital y en el que unos 14 000 expertos se informaron sobre los resultados de investigación más recientes.

Ha dejado de ser utópica la producción de cortas secuencias fílmicas del interior del vientre materno y se pueden observar los movimientos de las extremidades del feto, lo que es importante para evaluar el desarrollo cerebral del niño.

Según Prayer, se recurre a la tomografía de resonancia magnética para ver la cara, el cuello, los órganos del tórax y abdomen del bebé así como, en cualquier caso donde parezca indicado, la placenta, el cordón umbilical, el líquido amniótico y la pared uterina.

La tomografía de resonancia magnética retrata los riñones del niño para detectar cualquier anomalía o disfunción renal, e incluso la tiroides, y puede hacer visibles la actividad del corazón y el acto de deglución, o sea que se puede ver al niño cómo traga. Muchas transformaciones patológicas no se pueden detectar con el ultrasonido sino tan sólo con la resonancia magnética, explicó Catherine Garel de la Clínica Robert Debre de París, especializada en el examen del cerebro fetal.

Según señaló, las imágenes detalladas permiten también distinguir entre malformaciones de origen genético y anomalías cerebrales adquiridas durante el embarazo. Las primeras imágenes de resonancia magnética de fetos se obtuvieron a principios de los años 80, pero entonces era necesario un examen prolongado durante diez minutos para que las imágenes fueran lo suficientemente claras. Dado que el feto durante un examen tan largo se mueve necesariamente, se solía "inmovilizar" con curare, sustancia venenosa que paraliza los músculos. Mientras tanto se ha podido reducir la duración del examen de diez minutos a veinte segundos, por lo que la inmovilización del feto ya no resulta necesaria y se puede ver mover al bebé en el vientre materno, subrayó Prayer.