Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Una sustancia obtenida del "pegamento" de la sangre, la fibrina, puede reducir a la mitad el impacto de un infarto cardíaco, según descubrieron investigadores austríacos de la Clínica Dermatológica de la Universidad de Viena. Según declaró en un comunicado de prensa el jefe del equipo, Peter Petzelbauer, en un futuro próximo comenzarán los estudios clínicos en los pacientes para poder aplicarles una terapia que también promete resultar útil en el tratamiento de estados de choque.

Los dermatólogos se dedican desde hace años a la investigación de las células de endotelio que revisten el interior de los vasos sanguíneos y crean una especie de impermeabilización del tejido contra el flujo de sangre, pero con "cremallera", o sea que la barrera se abre temporalmente para permitir mecanismos de reparación en caso de infecciones y lesiones.

Según el experto, que ha publicado su descubrimiento en la revista Nature Medicine, los glóbulos blancos de la sangre pueden introducirse así en el tejido, efecto deseable en algunos casos pero nocivo en otros, por ejemplo cuando se intenta corregir con medicamentos un bloqueo de la coronaria o dilatar una coronaria.

Cuando se restablece el flujo de la sangre, queda reparado el daño original pero el oxígeno que vuelve repentinamente provoca una inflamación, efecto que los expertos llaman daño de reperfusión.

Este daño puede llevar a la temida formación de cicatrices en el tejido del músculo cardíaco.

Los científicos vieneses descubrieron, sin embargo, que hay fragmentos de la fibrina "malos", que fomentan esta reacción adversa, y "buenos", que a su vez impiden la reacción inflamatoria.

El equipo de Petzelbauer quiere desarrollar un medicamento a base de esos fragmentos "buenos" y ha probado en ensayos con animales que pueden reducir los efectos del infarto en un 50%. En los ensayos clínicos, que comenzarán próximamente, quieren reducir la cicatriz y mejorar el rendimiento cardíaco, por lo que tratarán a pacientes sometidos a una dilatación de la coronaria con un globo y pacientes de trombólisis.

Por otro lado, trabajan en una terapia para impedir las consecuencias de estados de choque, como los que se producen tras una septicemia o infecciones hemorrágicas a veces mortales, como la fiebre de Ébola o determinadas infecciones intestinales.