Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Dejar de fumar conlleva una rebaja del 50 por ciento en la tasa de mortalidad tras 15 años entre aquellos que abandonaron el hábito de forma sostenida en comparación con los que siguieron fumando, según se desprende de las conclusiones de un estudio llevado a cabo por investigadores de los Institutos de Salud Nacionales de los Estados Unidos que se publica en la revista Annals of Internal Medicine.



El estudio hizo un seguimiento de 5.900 fumadores de mediana edad que tenían un funcionamiento pulmonar anormal entre leve y moderado pero que se encontraban saludables al comenzar su participación en el estudio. Los participantes fueron asignados a un programa intensivo para dejar de fumar de 10 semanas o a la atención habitual (sin intervención). El programa de intervención incluía modificación de la conducta y uso de chicles de nicotina, con un programa de mantenimiento de cinco años para minimizar las recaídas.



Según los expertos, después de cinco años aproximadamente el 22 por ciento de los participantes en el programa para dejar de fumar habían abandonado el hábito de forma sostenida, con casi el 90 por ciento de ellos sin retomar el hábito después de 11 años. Alrededor del 5 por ciento de aquellos que no recibieron el programa de intervención habían dejado de fumar después de 5 años. Después de una media de 14,5 años, la tasa de mortalidad entre aquellos del programa de intervención para dejar de fumar era un 15 por ciento más baja en comparación con aquellos que habían recibido la atención habitual sin intervención.



Según los científicos, el estudio muestra un impacto sustancial que los programas para dejar de fumar pueden tener en la salud pública, incluso si el número de participantes que consiguen dejar de fumar es reducido.



Los investigadores también analizaron los datos de mortalidad de acuerdo con los hábitos de fumar independientemente de si los participantes eran del grupo del programa o del de atención habitual. Al final del estudio encontraron que los que habían dejado de fumar de forma sostenida tenían casi la mitad de la tasa de mortalidad global que aquellos que continuaron fumando. En particular, la tasa de muerte de los que habían dejado el tabaquismo en comparación con los fumadores era casi una tercera parte menor en enfermedades coronarias y cardiovasculares, y menos de la mitad en el caso del cáncer de pulmón.