Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

La maniobra de resucitación pulmonar es realizada con frecuencia de manera inadecuada por médicos, paramédicos y enfermeros, según dos estudios acerca de tales maniobras realizadas durante paros cardíacos. Ya sea que un paciente esté en el hospital o en una ambulancia, los empleados de salud no siguen con frecuencia las directrices para la administración de la técnica conocida como resucitación pulmonar.

Entre los problemas más comunes hallados en los estudios figuran: la falta de fuerza por parte de los rescatadores en la tarea de golpear el pecho de la víctima para hacer que el corazón vuelva a latir, o la excesiva frecuencia con que insuflan el aire a los pulmones de la víctima, ya sea por la técnica de boca a boca o a través de tubos plásticos.

Ambos estudios utilizaron un monitor experimental que mide la calidad de la maniobra realizada, y ambos recibieron fondos de Laerdal Medical Corporation, una compañía noruega que perfeccionó el artefacto con la colaboración de Philips Medical Systems. Los estudios aparecen en la edición del miércoles de la revista Journal of the American Medical Association (JAMA). Los investigadores explicaron que las técnicas aprendidas en las sesiones de entrenamiento pueden olvidarse fácilmente en caso de una emergencia ocurrida en el caos de la calle. También observaron que en ocasiones se requieren golpes tan fuertes que puedan romper las costillas de la víctima y que los socorristas suelen cansarse fácilmente.

En uno de los estudios, en que participaron 67 pacientes adultos de la Universidad de Chicago, los médicos y enfermeros pasaron por alto una de las directrices de la resucitación en un 80% de los casos. En muchos casos pasaban por alto más de una directriz.

"Los casos de maniobras perfectas estaban en clara minoría", dijo el doctor Benjamin Abella, uno de los investigadores.

El otro estudio involucró a 176 adultos con paros cardíacos tratados por paramédicos y enfermeros fuera del hospital en Estocolmo, Londres y la localidad de Akershus en Noruega. La compresión pectoral se hizo sólo la mitad de las veces y la mayoría fueron poco contundentes. Más de 600 000 personas mueren de paros cardíacos cada año en Europa y América del Norte.