Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

La actividad de la base espacial de Kazajastán, utilizada con frecuencia por las principales agencias del mundo, perjudica seriamente la salud de los niños que viven en zonas próximas, según un informe publicado esta semana en la revista británica Nature. El índice de enfermedades relacionadas con trastornos hormonales y sanguíneos se ha llegado a duplicar en algunos menores a causa de los efectos tóxicos que produce el carburante utilizado por los cohetes lanzados desde el cosmódromo de Baikonur, según el estudio.

El informe ha sido financiado por el Centro Internacional de Ciencia y Tecnología, con sede en Moscú, pero hasta ahora no había salido a la luz. La agencia espacial rusa, Rosaviakosmos, que arrienda la base y cobra a las demás agencias para su uso, ha negado que la actividad de Baikonur ponga en peligro a la población de las inmediaciones.

El cosmódromo es uno de los más concurridos del mundo para el lanzamiento de cohetes, entre ellos los de la Agencia Espacial Europea (ESA) y los de la estadounidense (NASA), y constituye además el punto de embarque para las misiones de la Agencia Espacial Internacional.

Científicos del Centro Nacional de Investigación de Virología y Biotecnología de la ciudad siberiana de Novosibirsk compararon entre 1998-2000 los informes médicos de mil niños residentes en zonas que se cree contaminadas con otros 330 menores de áreas fuera del alcance de la base.

El estudio permitió establecer que los niños del primer grupo tenían hasta el doble de posibilidades de requerir atención médica, a la vez que la duración de sus tratamientos era también el doble. Para los expertos, la causa de este fenómeno reside en las decenas de litros del combustible hidrazina que no llegan a consumirse en los lanzamientos espaciales y se esparcen por las zonas colindantes al cosmódromo, entre ellas Novosibirsk.

La toxicidad de la hidrazina es tal que "una cucharada de esa sustancia en una piscina mataría a cualquiera que bebiera de ella", según el ingeniero Fabio Caramelli, del Centro Europeo de Investigación Espacial y Tecnología, citado en el artículo.

A pesar de que Rosaviakosmos estudia alternativas a esta sustancia, no tiene planeado por el momento cambiar de carburante para sus actividades.

Se estima que la agencia rusa ingresa en beneficios unos 25 millones de dólares por cada lanzamiento espacial, según un experto anónimo citado por Nature.

Por su parte, tanto la NASA como la ESA, que cuando operan en otras bases lanzan sus cohetes al mar precisamente para no perjudicar a la población, han declinado aceptar cualquier responsabilidad.

En un editorial, la revista opina que una situación así en Europa o en Estados Unidos coparía las "portadas" de la prensa y deplora la falta de preocupación de los agentes espaciales por la salud de la población siberiana.

"Aquí se da una analogía con las empresas occidentales que se instalan en países donde la ley hace poco para proteger a sus trabajadores", se afirma en el editorial.

En Internet: Nature