La mutación del virus del sida impedirá hallar una vacuna "completamente eficaz" contra esa enfermedad, aseguró el viernes, en la norteña ciudad española de Pamplona, el premio Nobel de Medicina Rolf M. Zinkernagel. El científico, quien participa en un seminario en la Universidad española de Navarra, explicó que contra enfermedades como el sarampión o la tosferina, que podrían matarnos en cinco o diez días, hay "vacunas estupendas". Ello se deba a que pueden basarse en anticuerpos, pero este no es el caso del sida o la tuberculosis. Detalló que cuando nace un bebé, su sistema inmunológico es el recibido pasivamente de la madre, cuyos anticuerpos inhiben eficazmente las infecciones que pueda padecer el niño, pero éstos desaparecen con el tiempo, por lo que las enfermedades posteriores son más intensas. No obstante, agregó, los nuevos anticuerpos adquiridos por el niño han sido "entrenados" y siguen siendo eficaces contra esas patologías infantiles, un fenómeno, aseveró, que se ha ido perfeccionando durante millones de años. Sin embargo, especificó el científico, hay otras enfermedades como el sida o la tuberculosis que se manifiestan mucho más lentamente, después de la edad infantil, y la evolución de la humanidad no es "tan eficiente" contra las mismas. Por ello el premio Nobel consideró que es "enormemente correcto" dirigir la investigación hacia los fármacos que "reducen drásticamente" el nivel de infección y retrasan el progreso de la misma. Respecto a las investigaciones sobre la inmunoterapia para el tratamiento del cáncer, Zinkernagel reconoció que los resultados "no están siendo muy buenos" y afirmó que, al parecer, la selección natural no ha considerado una ventaja evolutiva desarrollar anticuerpos que ataquen unos tumores que se generan habitualmente superados los 25 años de vida. El objetivo de las investigaciones, resaltó, es "acelerar" el sistema inmunológico humano para que ataque a estas células cancerígenas y respete al mismo tiempo los tejidos normales, aunque dudó de la conveniencia de potenciar hasta ese extremo los anticuerpos sin que haya "consecuencias desagradables". Por ello, aventuró que la mejor estrategia es reducir al máximo los tumores con los sistemas convencionales y, después, tratar que el sistema inmunológico ataque los tejidos cancerígenos "residuales". Otro problema de esta investigación, concluyó el especialista, es que las legislaciones sólo permiten la experimentación con personas que tienen un cáncer muy avanzado y por ello los efectos obtenidos son mínimos. |