Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Investigadores del Children's Hospital de Boston (Estados Unidos) publican en "Pediatrics" que una toxina bacteriana parece proteger a los niños frente a las enfermedades alérgicas, como el eccema o el asma.



Explican que aquellos niños en cuyos hogares hay elevados niveles de endotoxina 013un sustancia bacteriana que hay en el polvo doméstico- tienen menos probabilidades de desarrollar eccema en su primer año de vida.



El estudio apoya la llamada "hipótesis de la higiene", según la cual la exposición a agentes infecciosos e inflamatorios causan cambios en el sistema inmunitario que se asocian a un menor riesgo de desarrollar enfermedades de tipo alérgico más adelante.



Varias investigaciones se han centrado en la relación entre la endotoxina y las alergias, pero el presente estudio es el primero que examina los efectos de la exposición a la endotoxina sobre el eccema, una de las enfermedades alérgicas más frecuentes en la infancia.



Es parte del Boston-based Home Allergens and Asthma Study, que siguió a cerca de 500 niños lactantes de 2 a 3 meses de edad, tomando muestras de polvo de sus hogares para medir los niveles de endotoxina. Todos los niños eran hijos de personas con alergias o asma.



Los resultados muestran que cuando mayores son los niveles de endotoxina en los hogares, menos probabilidades tienen los niños de ser diagnosticados de eccema en su primer año de vida. Por otro lado, el riesgo de eccema es mayor si uno de los progenitores ha tenido la enfermedad.



Los autores señalan que la prevalencia de eccema se ha duplicado, incluso triplicado, desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, un patrón similar al del asma y otros trastornos de tipo alérgico. Según la hipótesis de la higiene, los ambientes más limpios y libres de gérmenes pueden haber privado a los niños de desarrollar sistemas inmunitarios más eficaces contra los microorganismos, lo cual da lugar a respuestas de tipo alérgico. Se trata de una hipótesis aún controvertida, aunque sus defensores advierten que los niños que viven en granjas, tienen mascotas o van a la guardería desde los primeros meses de vida tienen parecen menos predispuestos a desarrollar alergias o asma.