Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Hace alrededor de 80 años que los científicos empezaron a aplicar adyuvantes para potenciar la eficacia de las vacunas, pero hasta ahora no se ha sabido cómo funcionaban. Un nuevo trabajo, publicado en la revista Science y dirigido por científicos de Jewish Medical and Research Center (EE.UU.) explica ahora cómo se desarrolla esta acción potenciadora.



El adyuvante más común, alum (sales de aluminio), provoca que un grupo hasta ahora no reconocido de células del sistema inmune produzcan interleuquina-4, que a su vez impulsa a las células B a una mejor reacción ante la vacuna.



Las vacunas en vivo, que contienen algunas formas debilitadas del organismo infeccioso, funcionan generalmente bien por sí solas. Pero las vacunas que contienen organismos muertos (vacunas desactivadas) o fragmentos de organismos infecciosos o sus toxinas (vacunas acelulares o recombinantes) generalmente necesitan adyuvantes para potenciar su eficacia.



Las sales de aluminio son el único adyuvante aprobado en Estados Unidos para uso en las vacunas preventivas. Se usaron pro primera vez en seres humanos en 1950 como parte de un programa de vacunación contra la polimelitis. Desde entonces, se han empleado en muchas vacunas, incluidas las que actúan contra la Difteria/Tetano/Tos ferina (DTP); Hepatitis/hemofilia (Hib), fiebre tifoidea y algunas vacunas contra la gripe.