Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

En España -explica el Dr. Juan Soler, presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) -la prevalencia del exceso de peso está aumentando de forma importante y en la actualidad afecta a aproximadamente al 50% de la población. Este aumento de la prevalencia, los síndromes metabólicos y las comorbilidades asociadas, su trascendencia sanitaria y social, la necesidad de valorar según las evidencias científicas disponibles las prácticas clínicas actualmente utilizadas, al mismo tiempo que aclarar la confusión social que existe en torno a los métodos de adelgazamiento, han llevado a la SEEN a elaborar la "Guía de práctica clínica para el manejo del sobrepeso y la obesidad en personas adultas", que ahora se presenta en el contexto del XLVI Congreso de esta sociedad científica que se está celebrando en Barcelona.



Según esta Guía, publicada en la revista "Endocrinología y Nutrición", la obesidad es una enfermedad y debe ser tratada como tal. "La obesidad -comenta el Dr. Josep Vidal, miembro del Grupo de Trabajo sobre Obesidad de la SEEN- es una enfermedad crónica multifactorial que se define por la existencia de grasa corporal -superior 25% en varones y superior al 33% en mujeres- que pone al individuo en situación de riesgo para la salud. De hecho, está claramente demostrado un aumento de la morbilidad y la mortalidad asociada al grado de sobrepeso y de obesidad, hasta el punto de que en las personas que lo padecen se detecta un incremento de distintos factores de riesgo cardiovascular, como la diabetes mellitas, hiperlipoproteinemia, hipertensión arterial, hiperuricemia o el llamado síndrome metabólico o síndrome X, cuando coexisten tres o más factores de riesgo".



En la Guía se hace una referencia a los datos aportados por el estudio Framingham Offspring, en el que se demuestra que una reducción de peso de 2,25 kg mantenida durante 16 años se asocia a una reducción de la suma de factores de riesgo cardiovascular de un 48% en varones y un 40% en mujeres. Así, según diferentes estudios, por cada kilogramo de peso perdido se obtiene una reducción del 1% del colesterol total y de colesterol LDL, así como un aumento del 1% del colesterol HDL y una reducción del 3% en los valores plasmáticos de triglicéridos. En lo que se refiere a la hipertensión arterial, la pérdida de peso en los pacientes hipertensos se asocia tanto a una disminución de las cifras de presión arterial como a la reducción de las necesidades de medicación antihipertensiva. Algo similar ocurre con los parámetros respiratorios, el patrón del sueño y la hipersomnia diurna, que mejoran con reducciones de peso superiores al 10%, obteniéndose asimismo una resolución completa de la apnea del sueño con reducciones del 30% de peso en pacientes con un IMC superior a 40 kg/m2.



"Teniendo todo esto en cuenta -advierte el Dr. Fernando Cordido, miembro del Grupo de trabajo sobre Obesidad de la SEEN-, la pérdida de peso corporal está indicada en personas con IMC superior a 30 kg/m2 o incluso con un IMC mayor de 25 kg/m2 cuando hay al menos dos factores de riesgo cardiovascular asociados". En estos casos el objetivo inicial será lograr la reducción de un 10% del peso corporal basal, si bien el verdadero reto estriba en lograr que esta pérdida de peso sea mantenida en el tiempo.