Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Un moderno fármaco antidiabético mejora en pacientes seropositivos la distribución anómala de la grasa producida como efecto secundario de las terapias antisida, publicó el jueves la revista estadounidense Annals of Internal Medicine. Las personas que reciben antirretrovirales suelen presentar lipodistrofia, patología que provoca una disminución de los lípidos en mejillas, glúteos y brazos (lipoatrofia) con un consiguiente aumento de ellos en otras partes del cuerpo como el pecho y el abdomen. Sin embargo, los autores de un nuevo estudio constataron que la adición de rosiglitazona puede ser una alternativa para los individuos en los que no se quiere interrumpir la terapia antisida.

Ese fármaco pertenece a una familia de medicamentos antidiabéticos llamada tiazolidinediona, que conduce al aumento de la sensibilidad a la insulina. Los especialistas comprobaron que la rosiglitazona en cuestión tenía efectos sobre la composición corporal y algunos valores metabólicos de 27 voluntarios seropositivos que a causa de la terapia antirretroviral habían desarrollado el problema muscular descrito e hiperinsulinemia.

Las terapias antirretrovirales modifican el modo en que el organismo procesa las grasas y azúcares. Quizás esa sea la causa de estos trastornos en este tipo de pacientes, señalaron los científicos en el trabajo. Explicaron que los tratamientos antisida disminuyen la respuesta del enfermo a la insulina, principal hormona que regula la concentración de glucosa en el cuerpo y alteran los niveles de colesterol en sangre. Era por tanto razonable pensar que un fármaco para la diabetes pudiese ser una buena opción para tratar las complicaciones de los seropositivos, destacan los expertos.

Tras emplear el medicamento antidiabético citado o un placebo durante tres meses, los investigadores constataron que el primero mejoraba la sensibilidad a la insulina y la lipoatrofia de los participantes. Al mismo tiempo, los analizados presentaron cambios positivos en otros parámetros, como sus niveles de ácidos grasos libres. Por otra parte, ningún paciente tuvo que abandonar el tratamiento por sus efectos secundarios.

A pesar de estos resultados, los especialistas aconsejaron profundizar en estos estudios antes de recomendar los modernos hipoglucemiantes a los pacientes con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), en tanto reconocieron la corta duración de la investigación y el empleo de una muestra relativamente pequeña.