Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

El incremento del índice de masa corporal, un valor que refleja fielmente el peso del paciente, podría ser uno de los responsables del aumento de la tensión sanguínea de los niños y adolescentes estadounidenses durante la última década. Además de otros factores, el aumento del número de niños obesos o con sobrepeso parece ser determinante.



A la hora de elegir a los participantes del estudio, publicado en 'Journal of the Medical Association' (JAMA), los investigadores recurrieron a sendas encuestas nacionales de análisis de la salud y de la nutrición, una de 1988-1994 y la otra de 1999-2000.



Los autores analizaron la presión sanguínea media así como la máxima y mínima (niveles sistólicos y diastólicos) de una serie de sujetos de entre ocho y 17 años de edad. Los resultados indicaron que la tensión arterial de los jóvenes de la encuesta de 1999-2000 fue superior a la de ninguna otra.



A continuación, los expertos evaluaron la relación entre el índice de masa corporal y el incremento de la tensión sanguínea. A este respecto, el documento subraya que "la fuerte relación entre el índice de masa corporal (IMC) y la presión sistólica de niños y adolescentes es preocupante ya que la prevalencia de la obesidad ha estado aumentando durante las décadas anteriores".



Las tasas de obesidad, según recoge el estudio, han aumentado, entre la primera y la segunda encuesta, de un 11,3% a un 15,5%, en el caso de los adolescentes del sexo masculino, y de un 9,7% a un 15,5% en el caso de ellas.



Dieta y actividad física



Pero, lejos de señalar el mayor índice de masa corporal como único factor influyente, los autores destacan que otros factores ambientales son responsables de parte del aumento de la tensión sanguínea. El tipo de dieta alimenticia y la actividad física son algunos de ellos.



En este sentido, los investigadores recalcan que debido a la relación entre el IMC y la tensión sanguínea así como la prevalencia de la obesidad en EEUU, "es probable que aumente la incidencia de la hipertensión" que, como diferentes ensayos han venido a demostrar, puede dar lugar a trastornos cardiovasculares durante la edad adulta, sobre todo a los 50 años de vida.



Según concluye el trabajo, es necesario realizar otra serie de ensayos que, además de estudiar causas diferentes al aumento de peso, analicen la tensión sanguínea de los participantes en varias ocasiones y no en una única toma como se hizo en la investigación publicada en el 'JAMA'.



Además, los autores destacan la necesidad de que se desarrollen programas para prevenir la hipertensión en niños y adolescentes, en los que se trate la "prevención del sobrepeso, el adelgazamiento, una mayor actividad física y una modificación de la dieta".