Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

En un análisis parecido a un juego de video, Michael Berman mueve sus pequeños pulgares mientras una máquina gigantesca toma una resonancia magnética de su cerebro, para revelar la forma en que el niño procesa la luz y el movimiento. A los seis años, Berman es uno de varios niños sometidos a esta técnica avanzada de exploración, como parte de un esfuerzo para descubrir cuál es el defecto dentro del cerebro afectado por el autismo.

El trabajo podría llevar a un diagnóstico más oportuno de este misterioso desorden neurológico, que no suele ser detectado sino hasta que el paciente tiene tres años o más, cuando buena parte del daño al cerebro en desarrollo habría ocurrido ya, según algunos investigadores.

"Percibimos que una intervención temprana será más eficaz", explicó Thomas Zeffiro, del Centro Médico de la Universidad de Georgetown, quien investiga una tecnología que representaría un paso adelante y que un día sería usada para explorar el cerebro de niños en edad preescolar o incluso de bebés.

"Hay controversia sobre si existe un período crucial para frenar el autismo", advirtió Zeffiro. 01CSi existe, podría ocurrir un cambio drástico en la forma en que tratamos a los niños con desórdenes en el desarrollo01D.

El autismo es un desorden cerebral complejo, más común en los varones, que interfiere con la capacidad del niño para comunicarse e interactuar con los demás. Los síntomas pueden ser leves, como en el caso de Michael, o tan severos que el niño no puede hablar y parece sufrir un severo retraso. Nadie conoce la causa, y no hay cura, aunque un intenso entrenamiento de la conducta puede aligerar significativamente los síntomas de algunos pacientes.

Como parte de la nueva investigación, científicos en Georgetown y en el Centro Médico Nacional Infantil comparan el comportamiento y las habilidades cognitivas de los niños con una serie de imágenes tomadas por un análisis, conocido como resonancia magnética funcional, que rastrea los cambios en la irrigación sanguínea para mostrar el funcionamiento del cerebro del paciente cuando realiza tareas. La mayoría de los estudios anteriores se concentraba en los problemas emocionales y de comunicación más característicos del autismo.

El investigador William Gaillard, del Centro Médico Nacional Infantil, dijo que el cerebro de esos niños es ahora explorado para rastrear los otros síntomas del desorden, como problemas sensoriales, de control motor y problemas con la planificación y el razonamiento. Hasta ahora, sólo pacientes con síntomas leves pueden pasar por esta prueba detallada, porque hace falta su cooperación. Por ejemplo, Michael sufre el síndrome de Asperger: tiene excelentes talentos de comunicación y la habilidad de leer a los dos años, pero sufre problemas de interacción social y de otra índole.

Los científicos buscan realizar pruebas funcionales de resonancia magnética en niños más pequeños que antes, algo que alegra a Michael, quien no deja de formular preguntas a los médicos sobre los sonidos que la máquina emite mientras se concentra en diferentes regiones del cerebro. "Después de sólo un día de pruebas, él conoce todos los nombres de las secuencias de pulsaciones", dijo Zeffiro, maravillado.