Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Un paseo diario de 30 minutos puede aumentar las probabilidades de sobrevivir a un cáncer de mama si se hace con regularidad. Si hasta ahora los científicos ya habían insistido en la importancia de hacer ejercicio para prevenir esta enfermedad, las últimas evidencias en la materia insisten en que incluso esta pequeña cantidad de actividad física puede tener efectos beneficiosos, no sólo para la prevención de la enfermedad, sino también para una mejor evolución de las pacientes.



Evitar el sedentarismo se ha convertido en los últimos años en uno de los caballos de batalla de los científicos, convencidos de los efectos preventivos que tiene frente a los tumores de mama. Sin embargo, parece que éste no es el único efecto beneficioso de mantenerse en forma.



Científicos de 'Brighman and Women's Hospital' de Boston (Estados Unidos) han dado a conocer sus conclusiones en el transcurso de la última reunión Anual de la Asociación Americana de Investigación Oncológica que este año se ha celebrado en Orlando.



En este foro, Michelle Holmes, una de las investigadoras, aseguró que practicar deporte moderadamente podría mejorar entre un 25% y un 50% las probabilidades de supervivencia de las mujeres que se recuperan de un cáncer de mama.



Sus resultados son el fruto de 16 años de seguimiento a una población de más de 122.000 enfermeras integradas en un grupo de estudio conocido como el 'Nurses Health Study'. Entre todas ellas se seleccionó una muestra de más de 2.000 a las que los oncólogos diagnosticaron un tumor en la mama después de su inclusión en la investigación.



Tras analizar sus datos personales, los especialistas detectaron que aquellas que más ejercicio practicaban eran también quienes tenían un mejor pronóstico. Así, las que paseaban tres horas a la semana reducían su riesgo de muerte un 25%, mientras que quienes elevaban a ocho las horas de paseo llegaban a reducir al 50% sus probabilidades de fallecer a consecuencia del tumor.



Y aunque los expertos no tienen claros los mecanismos que podrían estar detrás de estos efectos, apuntan varias teorías. Una de ellas, las más repetida, tiene que ver con el papel de las grasas. El ejercicio reduce los niveles de materia grasa en el organismo y, por tanto, minimiza la presencia de estrógenos, las hormonas femeninas que inducen el crecimiento tumoral.



"Es muy alentador poder decir a las mujeres que se están recuperando de un cáncer de mama que estos beneficios son tan accesibles para ellas como caminar 30 minutos al día cinco veces a la semana", concluye Holmes.