Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Un grupo de científicos afirma que creó un gen de un minúsculo gusano, cuyas propiedades permitirían comer, al menos en teoría, jugosa carne de res y suculentas tortillas, sin correr el peligro de que se obstruyan las arterias coronarias que llevan la sangre al corazón.

Los ratones a los que se había insertado el gen del gusano produjeron cantidades significativas de un ácido graso conocido como omega-3, que se encuentra en el salmón y en otros pescados que se recomiendan para las dietas saludables, dijeron investigadores del Hospital General de Massachusetts en un artículo publicado en la edición del jueves de la revista Nature.

Los investigadores indicaron que tratan de criar gallinas por ingeniería genética capaces de poner huevos que contengan omega-3. Agregaron que el próximo paso evidente es transferir el gen al ganado, para ver si pueden obtener carne y leche ricas en omega-3.

01CSerá un poco más difícil lograrlo en una vaca o en un cerdo01D, dijo el principal autor del estudio, Jing X. Kang. Pero en general, sería algo bien similar y creo que el resultado será el mismo01D.

Los investigadores de varias universidades experimentan con la idea de agregar niveles beneficiosos de ácido omega-3 a diversos tipos de alimentos, desde helados hasta jugo de naranja y aderezo para ensaladas.

La cría de reses cuya carne contenga omega-3 representaría un cambio radical para los consumidores interesados en una dieta sana, y una potencial bonanza económica para los criadores de ganado, que han sufrido reveses recientes como la encefalopatía espongiforme (mal de las vacas locas), las dietas bajas en carne y las preocupaciones acerca de la obesidad.

Pero otros científicos advierten que los prometedores resultados con los ratones no siempre tienen igual éxito cuando se realizan experimentos con animales de especies superiores. Y las reses creadas por ingeniería genética ocasionarían problemas difíciles de resolver por parte de los reguladores federales y los consumidores, agregaron los científicos. Las autoridades de salud estadounidenses tratan los animales producto de ingeniería genética como medicina y requiere extensas evaluaciones clínicas para aprobar su distribución en Estados Unidos.