Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Enfermedades vasculares como la diabetes, la hipertensión arterial, la migraña o haber sido sometido a cirugía cardíaca son determinantes para la futura aparición de la demencia vascular, según el Dr. Ramón Cacabelos, director general del Centro de Investigación Biomédica EuroEspes de La Coruña.



La demencia vascular es la segunda forma más frecuente de demencia, después de la enfermedad de Alzheimer. Hasta los 70-75 años, el Alzheimer representa un 50-70% de todas las demencias, mientras que la demencia vascular contabiliza un 20-30%; pero a partir de los 75-80 años la demencia vascular es más frecuente que el Alzheimer.



La demencia vascular es el resultado de la muerte de las neuronas. Según el Dr. Cababelos, se produce por falta de aporte sanguíneo y oxígeno al cerebro, sea este déficit de origen isquémico o tromboembólico, tanto central como periférico, de base genética o adquirida.



Los motivos por los cuales las neuronas pueden dañarse dando lugar a una demencia vascular son múltiples, pero pueden clasificarse en dos grandes grupos: factores de riesgo primario, y factores de riesgo secundario. Los primeros se refieren a la edad y a la genética individual o familiar. Los de riesgo secundario se refieren a enfermedades sistémicas o problemas vasculares que pueden acabar afectando al cerebro.



Las manifestaciones clínicas de la demencia vascular suelen depender de la causa que las provoca. Según el Dr. Cacabelos, "mientras en casos de insuficiencia cerebrovascular crónica, enfermedad de pequeños vasos, microinfartos isquémicos y disfunciones hemodinámicas leves los primeros síntomas son insidiosos, simulando una posible enfermedad de Alzheimer, en la demencia vascular que sigue a un accidente cerebrovascular los síntomas suelen ser agudos y de instauración rápida".



La patología vascular (corazón, accidentes cerebrovasculares, hipertensión, cefalea, etc.) es la más costosa en sociedades desarrolladas y afecta a más del 20% de la población en sus diferentes formas. Por cada 1.200 pacientes que sufren un ictus, un 20-30% fallece y un 25-40% quedan con una discapacidad permanente, de los cuales un 60-80% acaba desarrollando una demencia vascular. El coste anual por cada 1.000 pacientes es de 20.000 millones de euros; y el gasto por demencia vascular oscila entre 5.000 y 25.000 euros por paciente al año, dependiendo del estadio de la enfermedad y del grado de discapacidad del paciente.