Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Un artículo publicado en el último número de "JAMA" apunta que algunas personas que experimentan migrañas parecen presentar un riesgo incrementado de lesiones en ciertas áreas del cerebro.



Firman el artículo investigadores de la Universidad de Leiden (Países Bajos), quienes escriben que estudios previos han sugerido una mayor prevalencia de infarto cerebral y de lesiones de la materia blanca (LMB) en pacientes migrañosos. Por ello, se decidieron a investigar si estos pacientes presentan un mayor riesgo o si estas lesiones son más probables en determinados subtipos de migrañas.



Participaron pacientes de 30 a 60 años de edad, en concreto 161 que experimentaban migrañas con aura, 134 con migrañas sin aura y 140 controles, y fueron sometidos a resonancia magnética para detectar la presencia de infarto cerebral y LMB.



No encontraron diferencias significativas entre los pacientes migrañosos y los controles respecto a la prevalencia de infarto cerebral (8,1% frente a 5%), pero señalan que en la región del cerebelo del territorio de circulación posterior, los pacientes con migrañas presentan una mayor prevalencia de infarto que los controles (5,4% frente a 0,7%, lo que implica un riesgo 7 veces mayor). Añaden que los pacientes que experimentan migrañas con aura tienen 13 veces más probabilidades de presentar infarto que los controles. Además, aquellos que experimentan ataques de migraña una o más veces al mes, tienen un riesgo 9,3 veces mayor.



Por otro lado, las mujeres migrañosas tienen un riesgo duplicado de presentar LMB respecto a los controles. El riesgo aumenta también en función de la frecuencia de los ataques. Sin embargo, esta diferencia no se observó entre los varones.



A juicio de los autores, basándose en la evidencia actual, es necesario llevar a cabo más estudios en busca de posibles mecanismos etiológicos de lesiones cerebrales en los pacientes con migraña, estudios que proporcionarán importantes pistas sobre la fisiopatología de la migraña y que contribuirán a mejorar las actuales directrices sobre el manejo de esta enfermedad.



JAMA 2004;291:427-434