Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

La dislexia, dificultad en el aprendizaje de la lectura en un niño que no presenta ningún otro déficit intelectual o sensorial, tiene un origen genético y sus causas deben buscarse en el cromosoma 15. El descubrimiento lo realizó un grupo de investigadores del instituto científico Eugenio Mede-La Nostra Famiglia y de la Facultad de Psicología de la Universidad Vita Salute San Raffaele de Milán, que analizaron los casos de 121 familias de niños italianos con dislexia.

El informe, publicado en el número de enero de la revista Journal of Medical Genetics tiene al menos dos importantes consecuencias. La primera es la confirmación de un dato, sugerido ya por un grupo de investigadores anglosajón, que había identificado en niños norteamericanos la presencia del cromosoma 15 en la dislexia. La segunda es que esta área del genoma resulta capaz de influir en la tendencia a la dislexia, independientemente de las características culturales de los diferentes países en los que vive un niño. Por ese motivo y al margen del grado de dificultades gramaticales y de las reglas de lectura que emplee el niño, el área cromosómica investigada por los estudiosos parece estar entre las causas del problema.

Los estudios realizados en los últimos años en familias disléxicas y en gemelos confirman en buena medida la predisposición genética a este tipo de dificultad. Los estudios concuerdan en que el hecho de que un niño tenga a sus padres o a parientes cercanos con problemas de lectura, aumenta las probabilidades de que él también los tenga.

Los niños disléxicos tienen dificultades de lectura y de escritura de gravedad variable, debidas a un problemático uso de los fonemas, es decir, los sonidos simples que representan los "ladrillos" que construyen las palabras. Según los expertos, esta condición, que afecta a casi el 5% de los individuos, está en parte determinada por factores ambientales y en parte genéticos.

Pero la base genética de la dislexia, igual que otras afecciones clínicas como la hipertensión o la depresión, es todavía muy difícil de estudiar. Varios son los genes que probablemente desempeñen un papel causal y cada uno de ellos por sí solo no es suficiente para determinar la enfermedad.

"Este resultado tendrá desarrollos futuros -destacó la doctora Cecilia Marino, que dirigió la investigación- y el estudio proseguirá para tratar de identificar en forma más cuidadosa, en el cromosoma 15, los genes alterados, o sea las unidades más pequeñas codificantes del genoma humano, implicados en la dislexia. El conocimiento de las alteraciones genéticas -agregó- puede ayudar a aclarar los mecanismos que determinan la enfermedad".

En relación con las nuevas perspectivas de la investigación en este campo, explicó Marino, se trata de un "importante desafío en el futuro inmediato. Lograr comprender exactamente cuáles componentes de la dislexia están determinados por los genes identificados. Esto significa también comprender qué funciones de percepción y de análisis psicológico se ven influidos por las variantes genéticas identificadas por nuestra labor", afirmó la especialista.

"Esta es una enfermedad compleja -afirmó el profesor Marco Battaglia, de la facultad de Psicología de la Universidad Vita-Salute San Raffaele de Milán- en la que los factores genéticos y ambientales contribuyen a aumentar la posibilidad de que se manifieste".