Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Al mismo tiempo que un nuevo estallido de las fiebres hemorrágicas del Ébola asola el noroeste del Congo, la Agencia Espacial Europea (ESA) ha comenzado a recopilar los datos enviados por sus satélites para ayudar a resolver el enigma científico que supone esta mortal enfermedad. No hay ninguna duda de que el Ébola tiene su hogar en lo más profundo de la selva, pero todavía se desconoce el organismo que actúa como vector del virus.



"Los seres humanos sólo se infectan si un individuo entra en contacto con un animal infectado", comenta Ghislain Moussavou, del Centro Internacional para la Investigación Médica (CIRMF), con sede en Gabón. "No hubo brotes entre seres humanos entre los años 1998 y 2000, pero no podemos afirmar que no hubiera estallidos entre algún tipo de fauna. Lo más habitual es que sea la población animal la que resulte más afectada, en especial la de gorilas y chimpancés".



Se ha seguido la pista al origen del actual brote del Congo hasta finales de octubre, cuando los cazadores de Mbomo se comieron un jabalí salvaje que encontraron muerto en la jungla.



El hecho de que los animales infectados enfermen y mueran demuestra que no son los escurridizos depósitos del Ébola. El CIRMF, que cuenta con un Laboratorio de Bioseguridad de nivel 4, diseñado para el estudio de los patógenos peligrosos, busca el organismo que realmente actúa como hospedador de larga duración para el virus por medio de pruebas sanguíneas sobre los animales capturados en la jungla.



Pero la diversidad biológica y la inaccesibilidad geográfica de la selva tropical del África Central convierten esto en una tarea difícil. Sin embargo, a partir del próximo año la ESA facilitará al CIRMF datos de la región procedentes de la Observación Terrestre, como parte de un nuevo proyecto llamado Epidemio.



Moussavou espera que estos datos, una vez importados al Sistema de Información Geográfica (SIG), puedan aportar algunos indicios adicionales: 01CCaracterizar los parámetros ecológicos de la zona de estudio al completo es algo que simplemente no puede hacerse utilizando únicamente medios terrestres. Pero los sensores remotos y los SIG pueden hacerlo con un coste muy bajo, y disponen de la posibilidad de actualizarse regularmente".



El equipo del CIRMF que se encarga del estudio de la sangre de las poblaciones animales concentra sus esfuerzos en el santuario de gorilas de Lossi, en el Congo, en el que se ha documentado una alta mortalidad de gorilas durante las epidemias anteriores. Pero Lossi se encuentra en las profundidades de la jungla, a más de 15 kilómetros de la pista para vehículos más cercana. El santuario mide 400 kilómetros cuadrados, y obtener una muestra total resulta prácticamente imposible por el tiempo y el espacio necesarios.



"Si suponemos que hay muchas áreas de la selva profunda infectadas por el virus, y con el objetivo en la mente de diversificar las zonas de las que se toman muestras con el fin de mejorar los resultados del estudio serológico, se hace necesaria una identificación y una descripción previa de esos lugares. Los sensores remotos pueden ayudar a identificar esos lugares sobre los cuales centrar los esfuerzos".



Al cartografiar en un SIG las zonas en las que se encuentran animales infectados, los lugares con unas características medioambientales similares pueden marcarse como sospechosos en un estudio de prioridades. Y en el futuro el CIRMF planea iniciar un estudio de la presencia de los anticuerpos del Ébola en la población humana, lo cual ayudará a identificar las zonas de riesgo potencial de infección.



"Con un SIG podemos gestionar, organizar y mostrar datos que provengan de varias fuentes diferentes", añadió Moussavou. "En este supuesto, nuestro enfoque incluye un estudio temporal y espacial de la dinámica del estado de la vegetación, de las fluctuaciones de los niveles de agua en el cuerpo y de los cambios climáticos, y todos esos datos los podemos obtener de los satélites".



Obtener datos meteorológicos detallados, hoy en día prácticamente inexistentes, podría ser importante, ya que la periodicidad de los brotes de Ébola hace pensar en un componente estacional: 01CEsto sugiere que existen unas condiciones ecológicas particulares que podrían caracterizar el hábitat de hospedador y depósito01D, concluye Moussavou.