Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Las enfermedades cardiovasculares, a las que contribuyen el consumo de tabaco y alcohol, la escasa actividad física y una dieta con excesivas grasas y pocas frutas y verduras, representan una amenaza para los países en desarrollo, según un informe divulgado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). "En los países desarrollados, las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares constituyen la primera y la segunda causa de defunción más importante entre los hombres y las mujeres", señala el documento divulgado anualmente por ese organismo de Naciones Unidas. Agrega que "estos hechos, de sobra conocidos, apenas suscitan sorpresa" y puntualiza que "en cambio, lo que si resulta asombroso es que en algunos países en desarrollo esas enfermedades también han pasado a representar, respectivamente, la primera y la segunda causa principal de defunción y son responsables de una tercera parte de la carga total de mortalidad".

En ese sentido, la OMS calcula que "el número de muertes atribuibles a las enfermedades cardiovasculares asciende ya en los países en desarrollo al doble que en las naciones desarrollados". También globalmente esas enfermedades representan en los países en desarrollo "el tercer lugar dentro de la carga de morbilidad" por detrás de los traumatismos y de los trastornos neuropsiquiátricos, indica el documento.

El informe de la OMS apunta que "actualmente en todo el mundo la mayoría de las muertes se deben a enfermedades no transmisibles" que representan un total de 32 millones de defunciones, y calcula que más de la mitad, 16,7 millones, "son imputables a las enfermedades cardiovasculares".

En ese sentido, el documento resalta que "cinco de las diez principales amenazas mundiales guardan relación con enfermedades no transmisibles como la hipertensión arterial, el tabaquismo, el consumo de alcohol, la hipercolesterolemia, la obesidad o el sobrepeso", considerados como los mayores factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares.

Según los expertos de la OMS, el aumento de los regímenes alimenticios ricos en grasas saturadas, azúcar y sal, y el descenso del consumo de frutas y verduras que poseen "elementos protectores", unido al tabaco y a la falta de actividad física cotidiana "es terreno abonado para la propagación de la aterosclerosis entre el conjunto de la población y para la generalización de las enfermedades cardiovasculares".

El informe constata, sin embargo, un descenso de ese tipo de enfermedades en los países industrializados, pero observa que "esa disminución es fruto no tanto de las intervenciones centradas en el tratamiento" sino más bien de "los buenos resultados obtenidos en materia de prevención primaria". Por ello, los autores del documento enfatizan que si ese sistema "ha funcionado en las naciones más ricas, y especialmente para los miembros más favorecidos de esas sociedades, puede ser igual de eficaz para los países y grupos de población más pobres".

Así, aconsejan primero una "normativa coherente" que incluya leyes, reglamentos y campañas de divulgación masiva acerca de ese tipo de enfermedades, ya que advierten que en caso contrario "difícilmente se producirán cambios de comportamiento individuales".

La OMS destaca así en primer lugar la necesidad de luchar contra el tabaquismo que anualmente causa cinco millones de muertos tanto entre los consumidores como entre los fumadores pasivos. "El número de víctimas se duplicará en los próximos veinte años si no se generaliza la adopción de intervenciones eficaces", indica el documento en alusión al aumento de los precios, la prohibición de toda forma de publicidad, promoción y patrocinio y otras medidas que figuran en el convenio internacional adoptado el mayo pasado y pendiente de ser ratificado para su entrada en vigor.

La OMS precisa que hay unos 1 300 millones de consumidores en todo el mundo y que si no se toman medidas drásticas en el año 2025 podría haber 1 700 millones, advirtiendo que "uno de cada dos fumadores morirá a consecuencia de una enfermedad causada por el tabaco".