Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

El gasto para el sistema de salud pública en Canadá será superior a los 90 mil millones de dólares en el 2003, cifra que es superior en 4,6% respecto al año pasado, según datos del Instituto de Información de la Salud. Ese gasto equivale al 10% del producto interno bruto (PIB) de Canadá, el mismo nivel de 1992, antes de que el gobierno federal y las provincias recortaran los presupuestos del sistema de salud pública para reducir los déficits fiscales.

Canadá se ubica ahora en el cuarto lugar en la lista de países de todo el mundo en el gasto para la salud, con relación al PIB, detrás de Estados Unidos (13,9%), Suiza (11,1%) y Alemania (10,7%), según el instituto.

Gran parte del aumento en el 2003 provino de la inversión en equipos de alta tecnología como los de resonancia magnética, edificios y aumento de personal.

El sector privado fue responsable del 30% del gasto para la salud. Las clínicas privadas facturan al sistema público los servicios médicos necesarios que ofrecen a la población, con las mismas tarifas de las instituciones gubernamentales.

El gasto per cápita canadiense para la salud, según las cifras, se elevó a unos dos mil 900 dólares. El financiamiento del sistema de salud, que está bajo la jurisdicción de las provincias -excepto en los casos de la población indígena y los veteranos de guerra, que es de jurisdicción federal-, proviene del aporte de los trabajadores, de las empresas y del gobierno federal.

Los expertos piensan que el gasto en salud pública irá aumentando en los años venideros, por la introducción de nuevas tecnologías y tratamientos, las necesidades de cuidados médicos de una población que envejece y el aumento de enfermedades crónicas.

Otros advierten que el problema no será tan grave como lo pintan, porque la generación que está ahora cerca de la vejez tiene mejores condiciones de salud que las anteriores.

Las prioridades de las autoridades médicas está orientándose al fortalecimiento de la "primera línea" de cuidados: los médicos familiares y las clínicas externas, para evitar el congestionamiento y uso indebido de los hospitales, cuyo funcionamiento cuesta muy caro.

La segunda prioridad es aumentar la atención médica a los pacientes en sus hogares en los casos de enfermedades crónicas no inhabilitantes, personas de edad avanzada con problemas de salud o simplemente para la recuperación postoperatoria.