Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

A pesar de la creencia popular, e incluso de las tendencias de algunos médicos, no existe ninguna justificación médica para tratar los dolores de garganta de los niños con penicilina. No se consigue que los síntomas duren menos, ni que haya menos complicaciones, por lo que no es aconsejable dar penicilina de forma sistemática.



Una de las causas más frecuentes por la que los niños van al médico es el dolor de garganta. No llega a uno de cada tres en los que la causa a una faringitis producida por una bacteria que necesita ser tratada con antibióticos. Sin embargo, estos fármacos se administran con mucha frecuencia, en parte porque algunos estudios han demostrado una teórica utilidad de los mismos, en parte por la presión de algunos padres que consideran necesario que sus hijos reciban tratamiento y, en cierto modo, por el miedo a las complicaciones que puedan aparecer si no se ha tratado a tiempo la infección.



Un estudio realizado en Holanda, y publicado en la revista 'British Medical Journal' ha demostrado que la penicilina no tiene efectos beneficiosos en los niños que tienen dolor de garganta: el tratamiento no reduce la duración de los síntomas, no hace que los niños pierdan menos clase y no evita que vuelvan a tener dolor de garganta en los próximos días. El único beneficio que conlleva es que se reducen las posibilidades de tener una complicación como la fiebre escarlata, por ejemplo. Sin embargo, incluso cuando hay complicaciones hay tiempo para iniciar el tratamiento cuando éstas aparecen.



Los riesgos de tomar antibióticos son conocidos: algunos niños pueden presentar reacciones alérgicas, el uso masivo de antibióticos hace que los gérmenes que producen las infecciones sean cada vez más difíciles de tratar con antibióticos, el gasto farmaceútico se dispara innecesariamente. Si no se demuestran beneficios evidentes es lógico que la tendencia sea a desaconsejar el uso de medicamentos.



Se debe reservar el tratamiento antibiótico en los niños que están muy enfermos, con fiebre alta, o con imposibilidad para tragar debido a la inflamación de la garganta. También serían candidatos los que tienen un riesgo muy alto de presentar complicaciones por tener las defensas muy bajas, u otras enfermedades que les han debilitado considerablemente. El resto de los niños podrá tratarse con medicamentos que disminuyan la fiebre o el dolor, sin necesidad de tomar antibióticos.