Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

La primera misión humanitaria de la historia, la protagonizada por dos médicos españoles que viajaron a América para vacunar a miles de personas contra la viruela, cumple su segundo centenario en medio del reconocimiento internacional. La ciencia española rindió homenaje a la expedición promovida en 1803 por los médicos Francisco Xavier Balmis y José Salvany, que supuso un hito en la salud pública al contribuir a erradicar la mortal enfermedad.

La sede en Madrid del Centro Superior de Investigaciones Científicas, el organismo que junto a la Sociedad Española de Virología ha impulsado los actos de conmemoración, fue el escenario en el que se presentó un facsímil del libro La vuelta al mundo de la expedición de la vacuna, que relata la historia de una campaña que se convirtió en epopeya. El mayor interés del volumen, editado por vez primera en 1948 y ahora también disponible en inglés, reúne dos visiones sobre este hecho, la del historiador y la del científico, debido a la doble formación de su autor, Gonzalo Díaz de Yraola.

Además, una exposición inaugurada esta semana en La Coruña, la norteña ciudad desde donde partió la misión, revive el asombroso periplo financiado por la Corona española y dirigido por Balmis para llevar el remedio preventivo de una enfermedad que afectaba a millones de personas en todo el mundo. La muestra, que se suma a actos académicos, congresos y publicaciones, abarca tres aspectos: la expedición y su tiempo, la viruela en la historia de la humanidad y las vacunas.

A principios del siglo XIX, la viruela mataba a un 30% de los infectados. Otros muchos quedaban ciegos y deformados de por vida. En América, la funesta enfermedad era desconocida antes de la llegada de los españoles. Según los historiadores, los oficiales de La Española, actual República Dominicana, daban cuenta en 1519 de la epidemia de viruela que afectaba a la isla y aseguraban que había matado a la mayor parte de los indios. Desde allí la enfermedad infecciosa pronto se extendió por el resto del continente americano como una devastadora epidemia entre los indígenas, llegando a exterminar a incas y aztecas.

Pese a que el británico Edward Jenner descubrió la vacuna contra la viruela en 1796, el problema consistía en extender la vacunación, ya que los transportes eran lentos y no había sistemas de refrigeración. Las investigaciones llevadas a cabo por Balmis le llevaron a la conclusión de que el único método para transportar el remedio en perfectas condiciones era utilizando seres humanos.

La "ingeniosa" aventura científica consistió en llevar la vacuna en el propio cuerpo de los niños, a los que se iba inoculando de forma escalonada, para mantenerla viva durante la larga travesía, explican hoy los científicos. Así, y con el apoyo de Carlos IV, en noviembre de 1803, los médicos acompañados de dos ayudantes, otros tantos enfermeros y una veintena de niños huérfanos, que transportaban el fluido en sus cuerpos, partieron de La Coruña a bordo de la corbeta "María Pita" con destino a Puerto Rico.

A la isla caribeña llegaron en febrero de 1804 y desde allí se trasladaron a Venezuela, Cuba y México. Fue en este último país donde la expedición se dividió: el grupo dirigido por Balmis siguió la ruta hacia el norte y llegó hasta Filipinas, introduciendo la vacuna en Asia, y el dirigido por Salvany recorrió Sudamérica en una iniciativa en la que miles de personas quedaron protegidas ante la viruela.

La misión conllevó el establecimiento de centros de inmunización, la creación de registros y la instrucción de médicos, barberos y cirujanos. Dos siglos después, se rememora el éxito de extender la vacuna de la viruela, el primer tratamiento de inmunoterapia contra una enfermedad.