Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) declaró a Centroamérica libre del cólera, mientras UNICEF advirtió que esa enfermedad aún constituye un riesgo para la zona. El cólera dejó al menos 2 302 muertos en la región entre 1991 y 2001, ninguno de ellos en Costa Rica, y el último caso se registró en el 2002 en Guatemala.

La declaración como zona libre de cólera "es un hecho de suma importancia para la salud de la región" y es producto del esfuerzo de los gobiernos, organismos internacionales y la propia población centroamericana, dijo a EFE la representante de la OPS en Panamá, Guadalupe Verdejo. Sin embargo, el consultor del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Panamá, Miguel Cuéllar, advirtió que hay que "tener cautela", porque el cólera "aún constituye un riesgo" en Centroamérica. Recordó que en la región persisten factores de riesgo como las malas condiciones sanitarias, producto de la pobreza y el hacinamiento, que pueden desencadenar el cólera y otras enfermedades.

Los países centroamericanos llevan sin registrar casos de cólera durante períodos que van desde más de un año en Guatemala hasta los nueve años de Panamá, el lapso más extenso en la región. Panamá reportó sus últimos enfermos de cólera en 1994, Costa Rica en 1997, Belice en 1999, El Salvador y Nicaragua en 2000, Honduras en 2001 y Guatemala en 2002. Después de un siglo, según la OPS, esta enfermedad reapareció en 1991 en Latinoamérica, específicamente en las costas de Perú, de donde se expandió al resto del continente americano. Sólo en su primer año de incidencia, hubo unos 400 000 casos, 10 000 muertos y unos 1 000 millones de dólares de pérdidas en 14 países latinoamericanos. En Centroamérica, se dieron unos 165 000 reportes entre 1991 y 2002. La incidencia de la enfermedad en Centroamérica ha sido controlada a pesar de que entre 1997 y 1998 se agravaron las condiciones de vulnerabilidad como consecuencia del fenómeno El Niño y el huracán Mitch, subrayó Verdejo.

El cólera es una enfermedad bacteriana intestinal aguda, que provoca diarrea, vómitos y deshidratación rápida, entre otros efectos, y en los casos más graves puede causar la muerte en cuestión de horas.