Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

El Senado de Estados Unidos aprobó el martes la reforma del sistema sanitario del país, la más amplia de las últimas décadas, lo que supone una gran victoria interna para el presidente George W. Bush. La reforma, que por primera vez garantiza ayuda económica a partir del 2006 para medicamentos destinados a la tercera edad, unos 40 millones de personas, a través del programa estatal Medicare, recibió 54 votos a favor y 44 en contra. El viernes, la Cámara de Representantes la había aprobado por un estrecho margen. Bush firmará en breve la ley. Para el mandatario, esta reforma, que costará 400 000 millones de dólares durante la próxima década, era uno de sus principales proyectos en materia de política interior.

Los republicanos calificaron el proyecto como una mejora decisiva en la protección de la tercera edad. Sin embargo, los demócratas temen que el proyecto socave la seguridad estatal, ya que la ley prevé generosas subvenciones para las aseguradoras privadas. Algunos republicanos han considerado que la iniciativa es demasiado cara.

De acuerdo con la reforma, los estadounidenses mayores de sesenta y cinco años pueden firmar un seguro para medicamentos a través de Medicare por unos 35 dólares al mes. Hasta ahora, la protección básica que proporciona Medicare sólo garantiza las visitas médicas y estancias en el hospital, y cuesta unos 60 dólares al mes. Los opositores a la reforma consideran que ésta supone vender el programa estatal, ya que las aseguradoras privadas recibirán dinero del estado para aceptar a clientes de la tercera edad.

Los empleadores, que suelen negociar de manera individual con las aseguradoras privadas para sus empleados, recibirán sustanciosas subvenciones para seguir asegurando a antiguos trabajadores. Pero los críticos temen que especialmente las personas de la tercera edad con costos altos por enfermedad puedan ser rechazadas por las aseguradoras debido a la nueva regulación sobre medicamentos. Las aseguradoras privadas probablemente sólo ofrecerán protección a los jubilados y ancianos sanos, mientras que el sistema estatal deberá financiar los casos más caros, consideran.

"A cambio de la destrucción de Medicare se ofrece a la tercera edad un empobrecido e insuficiente seguro de medicinas", dijo uno de los críticos más duros, el senador demócrata Edward Kennedy. "Nueve millones de personas, una cuarta parte de todas las personas de la tercera edad, estarán peor al final", profetizó. Por su parte, el senador republicano Judd Gregg rechazó la ley por su alto costo. "Todo esto supone un masivo incremento de los impuestos para las generaciones futuras", dijo.

A juicio de la conservadora Fundación Heritage, en la ley faltan medios de control de gastos. Según estimaciones oficiales, si se mantiene el financiamiento actual de Medicare, éste no será solvente para el año 2026. Los demócratas además han criticado dos párrafos de la ley, que ocupa más de 1 000 páginas. Se trata de los puntos donde se prohíbe a Medicare negociar tarifas más bajas para medicamentos. A juicio de los críticos, esto ha sido impuesto por la industria farmacéutica, que mantiene estrechas relaciones con los republicanos, para asegurarse sus beneficios. Además, la ley permite la creación de cuentas de salud libres de impuestos que pueden abrir los estadounidenses para su futuro tratamiento médico. Esto es sólo una manera de ahorrarse impuestos para los ricos, argumentan los que se oponen.



Fuente: Washington, noviembre 25/2003 (DPA)