Si en el primer embarazo el niño nació por cesárea, en el siguiente el riesgo de mortalidad infantil es el doble en comparación con aquellas mujeres que tuvieron su primogénito mediante un parto vaginal, según los resultados de un estudio. Aunque no se conocen bien los motivos de ese aumento de muerte perinatal, se piensa que podría estar relacionada con la cicatriz uterina que no permitiría un correcto desarrollo de la placenta. En España, el 20% de los partos acaba en cesárea. No obstante, la Organización Mundial de la Salud recomienda una tasa de entre el 10% y el 15% para este procedimiento debido a las complicaciones que esta técnica puede producir como hemorragias internas o embolias en la madre. Además, este estudio viene a mostrar el riesgo que conlleva la cesárea sobre el siguiente niño. Investigadores del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) han evaluado más de 120.000 nacimientos que eran el segundo hijo. De las 17.754 mujeres que habían tenido su primer bebé mediante cesárea, 68 de ellas sufrieron una pérdida del bebé en su siguiente embarazo antes del parto (2,39 por 10.000). Mientras que esto ocurrió en 244 de las 102.879 gestantes que previamente habían tenido un parto vaginal (1,44 por 10.000). Cuando se analizaron los datos, se observó que este riesgo era independiente de la edad de madre, o las características del primer parto (distintas a la cesárea). Sin embargo, sí se modificó esa posibilidad en función del tiempo de gestación. Así, a partir de la semana 39 de embarazo el riesgo de muerte fetal sin causa aparente fue más del doble en mujeres que habían tenido una cesárea en su primer parto en comparación con aquellas que dieron a luz a su primer hijo por vía vaginal. "La asociación entre la mortalidad perinatal sin causa aparente y una cesárea previa es biológicamente plausible", comentan los autores del estudio publicado en la revista 'The Lancet'. Una posible explicación es que en la primera intervención se realizara una unión de los vasos uterinos mayores de forma deliberada o involuntaria que luego pudiera afectar al aporte sanguíneo del útero en los siguientes embarazos. Además, también se sabe que la cesárea está asociada con un riesgo elevado de alteraciones en la placenta, principalmente desprendimiento o una incorrecta colocación de ésta en el útero que dificultara la nutrición y salida del feto. "Nuestros resultados son relevantes para las mujeres que previamente han dado a luz mediante cesárea y que están considerando el modo de traer al mundo a su segundo hijo... Los actuales datos sugieren un beneficio adicional de una nueva cesárea planificada en la semana 39 de gestación que podría reducir el riesgo de mortalidad perinatal", explican los autores. Los investigadores apuntan que no se han realizado estudios que analicen el efecto de una cesárea sobre el flujo sanguíneo del útero y los mecanismos de la placenta en los siguientes embarazos. "Estos trabajos podrían identificar la base biológica de nuestros resultados", concluyen. |