Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Una anomalía de un gen, el llamado GAD2, aumenta los riesgos de obesidad severa al actuar a la vez sobre el comportamiento alimentario y sobre la producción de insulina, hormona secretada durante las comidas, según una investigación realizada por científicos franceses e ingleses. "Estos resultados abren nuevas perspectivas terapéuticas para prevenir y tratar la obesidad", afirman los científicos. La investigación, dirigida por el profesor Philippe Froguel (CNRS-Instituto Pasteur de Lila e Imperial College de Londres) se publica este lunes por una nueva revista científica dirigida por el premio Nobel Harold Varmus, Public Library of Science Biology, accesible gratuitamente en Internet (www.plosbiology.org).

El estudio se realizó con un grupo de 575 franceses obesos y 646 no obesos. La obesidad concierne a más de 300 millones de personas en el mundo. Es favorecida por la vida sedentaria y predispone a la diabetes, a las enfermedades cardiovasculares y a ciertos tipos de cáncer.

Una forma anormal (mutación) del gen GAD2 está asociada a la obesidad, mientras que otra aparece como "protectora". El gen anormal es seis veces más activo en los individuos con riesgos de obesidad. Situado en el cromosoma 10, GAD2 acelera, por intermedio de una enzima, la producción de un mensajero químico, el GABA (ácido gama-aminobutírico). Este estimula el apetito en el cerebro, en el nivel del hipotálamo. El GABA interviene asimismo en las dependencias (adicciones) al alcohol y a los ansiolíticos, como el Valium.

"La genética no puede explicar por sí sola el aumento rápido de la obesidad en el mundo, pero sí puede dar, en cambio, claves para su prevención y su tratamiento", afirma el profesor Froguel. "Esta anomalía genética explicaría el 10% de las obesidades masivas (por ejemplo más de 100 kilos para 1,65 m de estatura), una enfermedad que afecta al 1% de los franceses y al 5% de los norteamericanos", precisa. "La identificación de este gen contribuirá en los próximos años a un diagnóstico precoz en los niños con riesgos de obesidad, lo que permitirá tomar medidas preventivas", agrega Froguel.

Por otra parte, ese mismo gen anormal perturbaría la secreción de insulina, "hormona secretada durante las comidas, que sirve para almacenar el azúcar sanguíneo, pero también para enviar un mensaje de saciedad al que a menudo permanece indiferente el organismo de los obsesos", explica el científico.