Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Hace poco más de una década, una investigación británica demostró que tomar suplementos de ácido fólico antes de la gestación o bien en los primeros meses de la misma reducía las probabilidades de que el neonato sufriese espina bífida o algún otro problema del tubo neural. El hallazgo llevó a una recomendación generalizada: las mujeres que quieran quedarse embarazadas han de tomar esta vitamina del grupo B.



Paradójicamente, las virtudes de estos complementos no parecían deberse a un déficit alimenticio previo. Es decir, la mayoría de las mujeres que engendran un feto con la complicación congénita no presenta una carencia clínica de folatos. Hasta ahora no se sabía muy bien el porqué, pero esta semana un estudio publicado en la revista 'The New England Journal of Medicine' parece haber dado con la clave: las pacientes que han tenido un vástago con espina bífida presentan una sustancia que se interpone entre el ácido fólico y los receptores celulares encargados de captarlo. De ahí que necesiten un exceso de la vitamina para, en cierto modo, burlar al compuesto entrometido.



EL CULPABLE. Los autores, procedentes de la Universidad Estatal de Nueva York (EEUU), han llegado a esta conclusión tras evaluar muestras sanguíneas de una docena de féminas que habían sufrido ese problema y de otras 24 voluntarias con un embarazo normal o que no habían tenido descendencia (y que ejercieron de grupo control).



En la mayoría de las del primer colectivo, los investigadores identificaron un autoanticuerpo 014una sustancia que produce el sistema inmune y que ataca a las moléculas del propio organismo014 contra los receptores de folatos.



«La presencia de esta molécula podría explicar el beneficio observado en los suplementos de ácido fólico», sostienen los autores. Una de las explicaciones que barajan estos expertos es que los folatos, que tienen una gran afinidad con su receptor, podrían desplazar al autoanticuerpo, que siente una menor atracción con este captor. Además, estos expertos creen que podrían haber dado con la causa del defecto congénito, ya que el 75% de las participantes presentaba esta molécula entrometida, «una cifra similar al descenso que se produce en la incidencia de estos problemas con los suplementos vitamínicos, que es del 70%», dicen.



Así, «los problemas del tubo neural que responden a los folatos podrían deberse a [que la paciente presenta] los autoanticuerpos, que ocasionan una recaptación defectuosa», señalan, si bien reconocen que su trabajo no ha podido establecer una relación de causa-efecto en este sentido.



RECOMENDACIÓN. De hecho, insisten en que se trata de un estudio piloto y en que «hacen falta más investigaciones para establecer la frecuencia del autoanticuerpo en las mujeres cuyos embarazos se complican por este defecto». Para Nicholas Wald, autor del editorial que acompaña a este artículo, el trabajo vuelve a subrayar la importancia de que las mujeres consuman este suplemento nutricional. «Conseguir los niveles de folatos suficientes a través de la dieta es poco viable, por lo que la fortificación con ácido fólico es esencial», dice este experto, de la Universidad de Londres.



De hecho, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, sus siglas en inglés) de EEUU han constatado que, tan sólo un año después de que en ese país se hiciese obligatorio enriquecer el pan, cereales, arroz y, en general todo el grano con el nutriente, la prevalencia del problema había disminuido un 20%. Además, esta suplementación no supone ningún riesgo para la salud y su coste es muy bajo, recuerda Wald. Por ejemplo, en EEUU sale por un centavo anual (similar en céntimos) por persona, es decir, que prevenir un caso de espina bífida sólo cuesta unos 1.000 dólares (semejante en euros).



Así las cosas, este experto es tajante: «Cada año, en torno a 250.000 embarazos mundiales terminan en el nacimiento de un niño con defectos en el tubo neural o en un aborto por esta causa. El 85% de estos casos podría prevenirse si todas las mujeres tomasen 5 miligramos de suplementos de ácido fólico antes de la gestación y durante el primer trimestre». Asimismo, la mitad de ellos también «se evitarían de modo simple y seguro, por medio de la fortificación adecuada», agrega este experto, quien recuerda que, pese a que 38 naciones ya han adoptado o van a poner en marcha esta medida, «ningún país de la Unión Europea está entre ellos».



Precisamente, un trabajo español del último 'Medicina Clínica' coincide con esta opinión: «Creemos que es necesario que las administraciones sanitarias estudien urgentemente la posibilidad de enriquecer todas las harinas con dosis adecuadas de ácido fólico».